Estamos en la librería La Montaña Mágica, de Cartagena. Le comento a Vicente, dueño y señor, que tendremos presentación en breve: he fichado a un poeta joven, rabioso, visceral, que va a hacer mucho ruido. Entra un chaval con una camiseta de Iron Maiden. A Vicente le gusta la camiseta. Le digo que este el poeta de quien le hablaba. Dejamos a Vicente con su montaña, nunca mejor dicho, de libros, y vamos al Angus, garito oscuro en todos los sentidos, con una suerte de jaula que, imagino, será el escenario donde los grupos se enfrentarán al público. Pedimos dos cervezas, salimos a la terraza y charlamos largo y tendido.

A pesar de no haber cumplido aún los 20 años, da la sensación de que ya has visto demasiadas cosas que no te gustan. ¿Eres de naturaleza contestataria?

Indudablemente, yo siempre he dicho que vine a este mundo a dar por culo y mientras siga en él lo seguiré haciendo. El mundo está mal y desde luego no va a ir a mejor si nos quedamos callados.

¿Dónde quedaron las crestas? ¿Y la rabia?

No sé donde quedarían, yo me la corté hace poco, jajajaja.

Sigue habiendo unas cuantas crestas por ahí cargadas de  rabia y rebelión, pero tristemente muchas de ellas, e incontables jóvenes que podían haber sido potencialmente contestatarios, quedaron reducidos a una puta jeringuilla.

¿Qué respondes cuando te preguntan ´qué es poesía’? Y no vale aquello de ‘y tú me lo preguntas…’

Pues que en sí, la poesía son un montón de versos plasmados en un papel, aunque yo veo poesía hasta en un trozo de calzada mal asfaltado

Eres también actor. ¿En qué trabajas ahora mismo?

Bueno, actor es una palabra que tal vez me viene demasiado grande, estoy en proceso de serlo. Ahora mismo estoy en varias compañías de teatro aficionado realizando diversos proyectos: obras familiares y visitas teatralizadas para niños y animaciones, generalmente de la mano de Faustino Sáez.

Por cierto, ¿a qué García Lorca descubres antes, al poeta o al dramaturgo?

Al dramaturgo, con Bodas de Sangre, esa obra me marcó y  me enamoré de Lorca.

Niños que encuentran frascos de medicina, niños que sonríen inocentemente sin saber lo que les espera, niños entre los escombros… ¿Por qué tiene tanto peso la infancia en tu obra?

Realmente no lo sé, no me di cuenta de que estaba tan presente hasta que vi la pregunta, tal vez porque me parece la etapa más bonita de la vida, es tan pura la inocencia de un niño que me duele tremendamente que se pierda antes de tiempo y de ciertas maneras…

Tienes un poema en prosa donde juegas a contar al lector verdades disfrazadas de mentiras y viceversa. ¿Qué tiene de Tomás Carrión este poemario?

Tal vez demasiado en algunas partes del libro.

Y en el teatro, ¿te sumerges en cada personaje según sus directrices o le añades algo de Tomás Carrión?

Trato de no añadir a Tomás “la persona” al personaje en cuestión, no sería una buena construcción si le añado mucho de mí.

Están muy presentes, sobre todo en los versos finales, Miguel Hernández y Federico García Lorca. ¿Qué han supuesto para ti?

Todo, lo han supuesto todo. Miguel Hernández fue el primer poeta al que leí, siendo pequeño ya comencé a desarrollar pasión por él y eso me hizo ir descubriendo poco a poco el mundo de la poesía, de hecho la primera vez que recité fueron versos de Miguel Hernández.

Federico me cautivó con su teatro cargado de poesía y simbolismo, leí sus grandes tragedias y tuve el honor de llevar una de ellas a escena. Interpretar a Leonardo en Bodas de Sangre me marcó, hasta ahora no he leído a ningún autor que me transmita la Fuerza y pasión que consigue hacerme llegar Federico.

Hay versos de amor, pero amor en el campo de batalla, entre cócteles molotov. ¿Se trata de encontrar alguien con quien poder hacer la revolución?

En cierto modo, sí. Tal vez a alguien por quien hacer la revolución, a veces, cuando veo cómo se mofan del pueblo apretando cada vez más las tuercas y les siguen aplaudiendo desde el sofá o los extremos a los que llega la gente por trapos de colores, se me quitan  las ganas de seguir gritando pero entonces la veo a ella con el mismo hastío y se caga en todos ellos devolviéndome  las ganas de luchar hasta tomar el cielo si hace falta.

¿Crees que tiene algún valor a día de hoy el término ‘democracia’?

Tal vez no lo ha tenido nunca, es un término muy idealizado y eso hace mucho daño, “el gobierno del pueblo”, si haces al pueblo creer que este sistema realmente le pertenece lo defenderá a capa y espada, pero es una gran falacia, vemos continuamente a los mismos políticos, que se han bañado en corrupción y se han estado mofando de la gente, llenarse la boca con esta palabra. Pueblos enteros, como el de Palestina, están siendo bombardeados en nombre de esta palabra, no, para mí no tiene ningún valor el juego de la demofalacia.