Hoy tenemos con nosotros a un viejo conocido. Damos la bienvenida a Ismael Orcero Marín, que ya publicó en Boria Ediciones su libro de relatos El fin del mundo. En esta ocasión vuelve con una nueva propuesta: Teatro Fantasma.

Bueno, lo primero de todo, bienvenido. Cuéntanos, ¿qué es ese Teatro Fantasma que nos traes ahora? ¿En qué consiste esta nueva propuesta?

Gracias por la bienvenida. Lo cierto es que describir Teatro Fantasma es un poco complicado. Tú y yo hemos discutido mucho acerca de lo que es. En principio, podría tomarse como un libro de relatos. Sin embargo, también podríamos decir que con cada capítulo, al tener un hilo que los conecta, al final acaba siendo una novela.

Sí, da esa impresión, pero a veces parece otra cosa. Me dijiste que, al principio, lo habías pensado como un poemario.

Es cierto, de ahí su corta extensión. Pero soy muy mal poeta y sólo un par de textos podrían tomarse como poesía. Empecé a componer poemas a partir de notas en mi diario. Pero después, acabó saliendo el narrador que hay en mí. No sabía cuando pulsar el enter (risas).

Es verdad, recuerdo que me comentaste que eran notas de tu diario. Por lo que podríamos decir que has abandonado la ficción y la literatura fantástica en favor de ese género tan de moda que es la autoficción.

Ahí están las otras facetas del libro. Es también una memoria o una crónica. Aunque he tenido que disfrazar algunos elementos en favor de la narración.

Con respecto al abandono de la literatura fantástica… No sé yo qué decirte. Estaba leyendo por aquel entonces Solenoide de Mircea Cărtărescu y creo que se me nota en algunos pasajes.

‘El fin del mundo’, Boria Ediciones, 2018
Ilustración de Diana Escribano

Entonces, ¿cuánto hay de realidad en Teatro Fantasma?

Diría que un 95%. Hay muchos recuerdos en ese libro y muchas cosas que he vivido de forma reciente. Pero como te he comentado hace un momento, he tenido que disfrazar algunos hechos para convertirlos en algo más literario. Igualmente, he cambiado nombres para que los aludidos no se sintieran ofendidos o he fusionado personajes. También he situado los hechos en sitios distintos a donde sucedieron. E incluso he dejado algunos capítulos fuera del libro para no enemistarme con gente a la que aprecio o aprecia mi mujer. Sin embargo, creo que a pesar de todo, el que sale en el libro se reconocerá a sí mismo sin ningún problema.

Entremos en materia. ¿De dónde viene el título?

El título viene de la novela de ciencia ficción Fábulas Invernales de Carlos Gardini (al cual homenajeo en este libro). En la novela, aparecía un artefacto similar al cine donde actores representaban historias. En mi casa, cuando era crío, organizábamos una especie de cine doméstico en torno a un proyector de diapositivas. La mayoría de los que aparecen en esas fotografías ahora no viven. Cuando uno ve esas diapositivas, es como si representaran su vida o sus costumbres como espectros. De ellos, el recuerdo que queda es ese. De muchos, por la burbuja inmobiliaria, ni siquiera queda la casa en la que vivieron.

Lo primero que me gustaría comentar es el fuerte componente emocional. Tus  padres, la infancia… Háblanos un poco de todo eso.

Lo principal que cuenta el libro es cómo una generación deja paso a otra. Me di cuenta de eso hace un par de años, cuando empecé a llevar una vida calcada de la de mis padres. Cada uno a su modo, pero muy parecida. Poco a poco, de ellos, sólo quedará el recuerdo en esas fotografías y supongo que de mí quedara lo mismo para el que venga. Lo digo en el libro: construimos nuestras vidas sobre los escombros de las vidas de otros.

Con respecto al resto de temas que comentabas, es cierto que la infancia está muy presente, ya que es el momento donde se desarrolla una parte de las escenas del libro.

Aunque también aparecen otros temas como la pareja y la paternidad… Aunque no aparecen en el tono habitual en el que suelen aparecer estos temas.

Es cierto. En el libro también aparece la relación con mi mujer, después de perder al hijo que estábamos esperando. Para mí, escribir el libro fue la única forma de superar el duelo por el que estábamos pasando. La historia de cómo vivimos aquella soledad rodeados de gente. De cómo no sirven las palabras. Aunque también es la carta de amor que nunca escribí. La carta para mostrar la admiración hacia alguien que tuvo el suficiente coraje de levantarse y seguir adelante.

Diana

Algo que me ha llamado la atención es que, a diferencia de otros libros de este tipo, no resaltas el oficio de escribir. Aunque he de decir que se agradece porque entras, a veces, en el territorio de la distopía laboral.

Nunca me he considerado escritor. Es una parte de mí que no me creo. Quizá porque el ingeniero y el escritor que conviven en mi interior no se llevan bien. Hay personas que se llaman a sí mismos novelistas o poetas. A mí me cuesta, la verdad. Además, no me gusta. Soy un ingeniero que de vez en cuando escribe. Esa es la realidad. Sin embargo, creo que, si existe el Ismael escritor es gracias al Ismael ingeniero. Uno existe como respuesta al otro. El escritor cuenta las miserias que vive el ingeniero. Tal vez por eso no se llevan bien.

Hablemos ahora de los colaboradores que intervienen en el libro. Me llama la atención que nuestra ilustradora, que también es tu mujer, Diana, no haya hecho la imagen de portada.

Fuimos padres cuando el proyecto empezó a andar. Esa fue la excusa que le puse a ella y al ilustrador con el que contacté. Pero como te decía, este libro también es una carta de amor. Es como si para escribir esa carta le pidiera a ella el papel y el boli.

En cuanto a la persona que se ha encargado de la imagen de portada, decir que fue todo un acierto. Contacté con Alfredo Ugarte (Urumo) porque entendí, viendo sus ilustraciones que, por su forma de entender la vida, era la persona más indicada para elaborar la imagen de portada. No solo su destreza con los lápices, también está esa imaginación desbordada y esa sabiduría de quien celebra la existencia. Si le echas un vistazo a sus trabajos, verás lo que te digo. Además, sin saberlo, él me ha formado como narrador, ya que me ha descubierto una gran cantidad de autores y obras.

También intervienen dos autores de esta casa: Javier Tortosa y Álvaro Bellido. Prólogo y epílogo. ¿Cómo surgió su presencia en Teatro Fantasma?

Javi es el amigo encontrado en la madurez. Un encuentro feliz en un momento difícil. Por eso, debía estar presente en el libro. Álvaro llegó en el mercado de invierno, si se me permite la expresión. Ese libro que publicó en esta editorial, Todo es vorágine, tiene el mismo tono que Teatro Fantasma. Así que ha entendido el libro a la perfección y le ha puesto la guinda al pastel. No obstante, dudé hasta el último momento de si debía pedirle el epílogo. Pero una cadena de acontecimientos precipitó su participación. Algo así como cuando el Madrid fichó a Anelka y luego resultó que el bueno era Hasselbaink.

De izquierda a derecha: Javier Tortosa (prólogo), Álvaro Bellido (epílogo), Luis Sánchez (editor), Diana Escribano (protagonista) e Ismael Orcero (autor)

No sé mucho de fútbol, aunque me gustaba ver en verano la Intertoto. ¿Quién la ganó este año?

Hace mucho que la Intertoto no se juega. El fútbol ya no es lo que era.