Óscar León Martín es profesor de Geografía e Historia. Nació en Valladolid y ha ejercido en su ciudad y posteriormente en Granada, Cádiz y, actualmente, en Cartagena. Por lo tanto esta entrevista no comienza con una pregunta, sino con una rotunda afirmación: ‘Sin Remedios’ es autobiográfica.

Quedaría en evidencia si negara las referencias que hay hacia mí en la novela, basta con tan sólo leer las primeras páginas. Eso sí, como en toda novela, hay una parte significativa de ficción y, sobre todo, de cierta confusión premeditada. Me explico. Si bien los escenarios coinciden con aquellos lugares donde he vivido y desarrollado mi vida profesional, no todas las acciones que corresponden al protagonista masculino,  Martín San José, se basan en experiencias que yo haya vivido. Es más, creo que muchas de las situaciones que viven otros personajes, tanto masculinos como femeninos, nacen o pueden haberse visto influidas por acontecimientos, experiencias o anécdotas que me han ocurrido a mí o a personas cercanas. De todas maneras asumo que mi alter ego pueda ser Martín San José y que el lector que me conozca así lo piense. No voy a discutírselo.

Podrían haber sido dos novelas independientes. ¿Qué le hizo crear un único bloque narrativo?

La historia de Sin Remedios originaria tiene muy poco que ver con el punto de partida. En mi periplo gaditano, y ante la ocurrencia de un compañero de trabajo, se me ocurrió escribir una historia basada en los diálogos de un conductor novel y su vehículo recién estrenado. Aquello no llegó a más de 60 folios y se quedó en punto muerto. Años después, ya en Cartagena, desarrollé la historia de una saga de mujeres que tenían el nombre en común, Remedios. Y en noviembre de 2015, de repente, una noche empecé a redactar una serie de bocetos, apenas retazos impresionistas, que combinaban ambas historias. Fue la noche de mi cumpleaños cuando me decidí a engarzar las dos novelas, recuperando la historia del conductor, para hacer un único bloque narrativo. Confieso que me sentía cómodo alternando las historias al principio, incluso emocionado al ver como ambas se desarrollaban de manera independiente, y es evidente que tenía que buscar una conexión entre ambas que, afortunadamente, no tardó en llegar. Recuerdo que salvada esa dificultad, las propias historias se desarrollaron con un ojo mirando sobre la otra, retroalimentándose, e incluso tuve que desechar algunas ideas porque aquello podía convertirse en una obra demasiado densa. Hubo un momento –supongo que le ocurre a todos los que se ponen delante de un papel– en el que la historia me atrapó de tal manera que fue ella misma la que marcó el ritmo de la creación. Cada día, a partir de las 21.30 (hora en que podía desentenderme de todo y sentarme a escribir) las líneas que había escrito días anteriores tomaban un rumbo nuevo, o de repente aquello desechado en un primer momento cobraba un sentido definitivo.

Además, el hecho de contar con capítulos de temática diferenciada me permitía centrarme por completo en una de las historias y dejarla reposar mientras abordaba la otra al día siguiente. Así estuve sobre todo en los últimos meses, que fueron, he de confesar, muy intensos, dedicando gran parte del día a pensar cómo debía desarrollar aquellas historias.

Habla de ideas que fueron desechadas. ¿Quedan anotadas para posibles secuelas de ‘Sin Remedios’ u otra historia independiente?

Ha quedado en el limbo toda la historia vivida por Remedios Antón y Remedios Beltrán a su llegada a la Cartagena de 1965, así como la evolución de uno de los personajes a quien más aprecio tengo de la novela, que es Jaime. Esos apuntes los tengo ahí y no descarto que sean el inicio o continuación de algo. De todas maneras, ahora los prefiero dejar reposar, quizá esperando su llamada.

Es obvio que el personaje de Martín San José surge de su conocimiento y experiencia. ¿Cómo o de dónde surgen Remedios Antón y Remedios Beltrán?

Tanto Remedios Antón como Remedios Beltrán (y Remedios Martín, la primera de la generación y que apenas sirve de justificación para narrar la historia) aparentemente tienen muy poco que ver conmigo. Sin embargo creo que son una parte muy inherente de mí y si nos creemos aquello de que todos tenemos un porcentaje del otro sexo en nuestro interior, en nuestra manera de ser y de pensar, quiero creer –y presumo de– que mi lado femenino está bastante desarrollado o al menos me influye poderosamente. De ahí el poder profundizar o interiorizar en las características de todas ellas. Además, la creación de Remedios está basada en una parte histórica indudable que viene a reflejar a la mujer en la sociedad española del Franquismo, (esta idea quizá más simbolizada por otro personaje femenino: doña Carmen), y al tiempo a aquellas otras mujeres, contemporáneas a éstas pero rebeldes y con ansias por otro tipo de sociedad, por la llegada de la libertad y de la democracia. Me gusta pensar que estas dos mujeres, sobre todo Remedios Antón, son las heroínas anónimas que no han sido recogidas en los libros de historia, pero que han padecido y luchado como las que más.

Aunque hay unos protagonistas absolutos (Martín y las Remedios), el elenco es bastante amplio y de mucho peso en según qué giros y conflictos.

En efecto. Es una novela coral donde aparecen más de 50 personajes. Algunos apenas ocupan un par de líneas y otros impregnan numerosas páginas, pero la mayoría de ellos representan una época y cómo la enfocaron, o así me lo imagino yo. Esa parte que no llegué a vivir, y que podíamos situar en torno a 1965, fue un reto extra en la construcción de gran parte de la historia, y probablemente donde he encontrado más satisfacciones.

 

La novela es una revisión constante de la historia y las gentes de Valladolid, Granada, Chiclana y Cartagena. ¿Cómo ha preparado la exposición? ¿Investigación en archivos y bibliotecas o entrevistándose con quién pudiera aportar conocimiento de sus vivencias?

Ahí salió mi vena histórica. Con el paso de los años he atenuado mi vocación geográfica para encontrarme cada vez más feliz en torno a la historia. Pero tenía claro que ‘Sin Remedios’ no debía convertirse en una mera acumulación de escenas más o menos conocidas de aquellos espacios y lugares donde ubico mi historia, aquellos donde he vivido. Cualquiera que conozca las mismas podrá encontrar que no hay una investigación exhaustiva ni una concatenación de fechas, personajes y/o lugares exactos. Tenía claro que los personajes y sus vivencias debían estar al servicio de los verdaderos protagonistas de la novela, de Remedios, Martín, Rosario o Jaime, sirviendo de excusa la narración histórica, o la aparición de un personaje real, para que los novelescos tuvieran un marco donde desenvolver su propia historia.  Por lo tanto, y centrándome en tu pregunta, la investigación ha sido somera, recurriendo a algunos libros, a reseñas fiables de internet y a algo que significó desde el primer momento un reto: a través de historias familiares, apenas narradas y conocidas, construir personajes que partiendo de una base real, incluso respetando sus verdaderos nombres, fueran desarrollando su propia personalidad ficticia, en ocasiones nada acorde con lo que fueron en realidad. Una de las cosas que me planteo es qué pensarán estas personas en caso de que lean ‘Sin Remedios’ y, yendo más allá, si serán capaces incluso de reconocerse.

No sólo hay referencias a personajes reales, también a lugares, objetos y hechos, algunos muy curiosos.

Aparte de la investigación histórica, me ha gustado jugar con una serie de guiños que aparecen repartidos a lo largo de la novela y que se relacionan con la elección de fechas concretas, lugares emblemáticos, personajes que han habitado en los lugares que aparecen en la novela en distintos momentos de la historia o, simplemente, en algo tan cotidiano como es la repostería de cada uno de los sitios. Hay una lógica del tiempo que, aún pasado, permanece a través de esos hechos que se repiten continuamente.

Sin olvidarnos de otros más azarosos como terremotos e incluso algún fenómeno O.V.N.I.

Encuentras dos ejemplos magníficos de lo que he querido decir anteriormente. El terremoto fue un hecho real y cuya vivencia jamás olvidas al ser la primera vez que lo experimentas. Y hablo del terremoto, exclusivamente (risas)*. Un hecho vivido, en primera persona, que permite situar un capítulo que, al lector, espero no le sea indiferente.

Y Lo del O.V.N.I fue una de esas maravillosas casualidades que se encuentran al investigar en torno a uno de los años clave de la novela, 1965. El encontrar aquella noticia me permitió resolver una escena que era determinante en el devenir de los protagonistas. Aquí la historia yo no la viví pero sí imaginé cómo la pudieron vivir los personajes.

El tren en el que Remedios Antón deja atrás la primera etapa de su vida hace escala en Albacete y usted aprovecha para brindar al lector un divertido e interesante apunte histórico local. ¿Le gustan los miguelitos? ¿Suele detenerse en La Roda para comprar una caja?

Era necesario buscar un punto de apoyo, un enlace narrativo que acompañara a Remedios Antón hacia esa segunda fase de su vida, que se inicia en un lugar tan lejano de su procedencia como era en esos momentos Cartagena. Y se me ocurrió que algo o alguien le pudiera servir de puente para facilitarle el tránsito, la llegada a su nuevo destino. ¿Y qué puede ser más dulce y rico que un miguelito? Ahí el azar me proporcionó una buena baza, porque el punto temporal en el que se produce la parada del tren en La Roda coincide con que el creador de los miguelitos empieza su aventura comercial con ese dulce tan famoso, y que viene a simbolizar una parada, casi obligada, para aquellos que transitan de camino o procedentes de la costa hacia Madrid. De hecho, cuando viajo por la A3 suelo parar y caer en la tentación de adquirir algún miguelito. Ahora, además, los miro con más simpatía, como si tuvieran que ver con algo que forma parte de mí.

Martín San José es un personaje sociable que encaja bastante bien ese destino lejos de su hogar: se desenvuelve de maravilla con sus alumnos, conoce a una chica nada más llegar a la ciudad… Sin embargo, casi con quien mejor se entiende y más habla es… ¡con su coche!

Quizá es la parte más arriesgada de la novela. El simple hecho de arrancar una historia donde quien habla y narra es un coche, cuando menos no es algo convencional. De todas maneras, si contemplamos el día a día, no es tan raro observar verdaderas conversaciones con el salpicadero del mismo como único testigo, verdaderas actuaciones musicales al compás de la música o simplemente un refugio dónde poder ocultarse tras un mal día, o el medio para contemplar algo tan bello como puede ser una puesta de sol junto al mar o la peor de las tormentas. Jugando con las palabras podíamos decir que Hárrison es muchas veces el único vehículo con el que cuenta Martín para entenderse. El único que a través de un acelerón encaja hasta un mal chiste.

Hárrison Ford. ¿Cómo se hubiera llamado de ser un Seat o un Renault?

Esa pregunta me temo que no puede tener respuesta. Hárrison Ford no hay más que uno, es genuino, único en su especie. Todo un señor automóvil con nombre y apellido que vive ahora tranquilo su jubilación. Doy fe que se la ha ganado a pulso. Es probablemente lo más autobiográfico de la novela. Quizá, si fuera un Seat, por contestar a tu pregunta, no tendría un nombre concreto, pero debería, eso sí, ser un modelo concreto: El Seat Alhambra.

¿A qué personaje le hubiese gustado crear y qué obra le hubiera gustado escribir?

Me siento muy feliz de haber creado ese conjunto de personajes que conforman Sin Remedios. Siento debilidad por alguno de ellos, sobre todo por uno, al ser un personaje totalmente inesperado, tanto en su existencia como en su desarrollo. En este sentido me siento influenciado por las novelas de Almudena Grandes, me gusta el universo de Murakami, pero sinceramente creo que no tengo un referente claro (o al menos no soy consciente de ello) ni se me ha pasado por la cabeza qué me hubiese gustado escribir. Quizá de lo que estoy más gratamente sorprendido ha sido la capacidad de transmitir de una manera tan evidente y directa las escenas eróticas de ‘Sin Remedios’. Es el elemento inesperado que estaba fuera de la planificación de la novela y pienso que ha encajado de manera espontánea y natural.

¿Qué planes tiene para el futuro más inmediato?

Terminar el año académico. Es broma. Mantengo una actividad continua escribiendo en mi Noelplebeyo, un blog dónde suelo dar rienda suelta a mi faceta poética, principalmente. De todas maneras, ‘Sin Remedios’ ha significado una manera de vivir la creación literaria de una forma muy intensa, diferente y podemos decir adulta, y eso te atrapa. No tengo nada en firme definido. Soy consciente, como ya comenté antes, de que ‘Sin Remedios’ tiene una historia pendiente, muy atractiva, y que bien podía significar una segunda parte que se centrara en el desarrollo de los personajes más ligados a Cartagena. Por ahí ronda pero ahora mismo está en pausa, como rindiendo pleitesía a la historia ya contada de Remedios Antón y Remedios Beltrán, y esperando a que en el transcurrir del tiempo pida ser narrada. Y tengo otra historia muy diferente, ubicada muy lejos de aquí y que tarde o temprano sé que la escribiré. Lo que no sé, ahora mismo, es cuándo. En ese mismo instante, te lo diré.

 

*La escena del terremoto viene precedida de una de alto contenido sexual.