‘Visiones del refugio azul’ es tu primer poemario, pero llevas más de un año subiendo a escenarios como embajadora —me gusta decir— de la revista El vuelo del flamenco. ¿Te ha ayudado la experiencia a manejar este lanzamiento o mantienes los nervios de la primera vez?

Hombre, los nervios no son los mismos, dado que antes exponía mi poesía oralmente y un público la aprehendía en el instante prácticamente sin analizarla. Sin embargo, ahora estoy expuesta a un público lector que sobrepasa las redes sociales y a que mi poesía sea reseñada o criticada, lo cual me provoca una sensación de vértigo que quizá me haga estar más nerviosa en las primeras presentaciones.

En ‘Visiones del refugio azul’ se narra el camino que recorremos para o hasta llegar a conocernos. ¿Cómo crees que llega uno a conocerse mejor, en soledad o mediante la interactuación?

Bueno, para mí, Visiones del refugio azul representa ese camino que yo misma tuve que seguir desde muy pronto para llegar a la que soy en este momento —aunque una persona nunca deja de sorprenderse a sí misma—. Pero creo firmemente que una persona debe pasar por los dos procesos y ambos suelen darse de manera simultánea, ya que empezar a sentirse bien con uno mismo depende mucho de tu relación con la soledad.

Por ejemplo, yo he sido una adolescente tremendamente solitaria a causa de mi situación escolar y eso ha hecho que tenga mayor conciencia de mí misma al pasar horas leyendo, escuchando música o escribiendo desde edades tempranas. Sin embargo, en el momento que mi soledad pasó a tener diferentes compañías, empecé a apreciar que el proceso de aprendizaje y de conocernos también depende en gran medida de las personas que nos rodean y nos ayudan a aprender, dado que en estos últimos años estas me han mostrado quién quiero ser.

Cuando apagaron el ordenador, rompieron a vivir. ¿Crees que no vivimos plenamente, o vivimos una mentira, por culpa de determinadas redes sociales?

En este caso, el poema desvela la mentira en la que yo me permití vivir durante muchos pero que me mantuvo pegada a la pantalla de un ordenador y a la vez me mantenía viva. El «rompieron a vivir» marca ese sentimiento de salir de la cueva, de la sombra y romper con ese pasado que me dejó muchas cicatrices y muchas cosas claras, aunque está claro que las redes sociales te muestran y hacen que no vivamos plenamente, que no respiremos la vida y que cada día seamos menos humanos.

Tenemos, por un lado, la soledad como manera o medio de intentar conocerse; por otro, ese peligro de ‘despersonalización’ inherente a las redes sociales. Sin embargo, en algunos versos admites que la soledad te aterra y buscas mundos paralelos.

¡Vaya! Mi respuesta iba en consonancia con tu siguiente pregunta. Sí, la soledad, en ocasiones, me ha aterrado y creo que nos aterra a todos, especialmente, cuando no nos sentimos plenos o contentos con nosotros mismos. Ese buscar mundos paralelos o remitirnos lejos de la realidad es la respuesta habitual de casi cualquier persona que lee, dado que cuando leemos nos trasladamos a lugares paralelos y vivimos otras vidas que no son la nuestra. Y sí, quizá repito muchas veces esa idea de mismidad, pero es algo que aprendí de una de mis compañeras poetas cuando todo esto empezaba en serio…

Hay en el poemario un constante mirar hacia atrás, hacia la infancia, donde incluso dices que entonces fuimos héroes. A su vez, el poemario no es sólo la descripción de un camino, sino que parece también la radiografía de un instante, más o menos amplio, como es el paso de niña a mujer. ¿Añoras tu infancia? ¿Crees que el tiempo nos convierte en un ser distinto al que fuimos?

No añoro mi infancia, fue un tiempo complicado para mí, dado que el acoso escolar aunque no era grave, si era constante y me convirtió en quién soy ahora. El tiempo nos convierte en alguien diferente, dado que el devenir es incierto y si la suerte existe o no, vivimos muchos «desafortunados intentos» por tratar de ser héroes cuando solo somos humanos. Quizá, si añorase algo, sería la despreocupación por el futuro o el no saber qué era la política o el dolor de acabar una amistad o relación, porque hay cuestiones que marcan y dejan en ti rastros de pesimismo y desconfianza en tus propias capacidades o en la humanidad de manera general.

No sé si esta pregunta tiene respuesta, pero tal vez alguien se lo pregunte tras la lectura: ¿dónde está ciudad-sin-nombre?

La ciudad-sin-nombre es tal porque cada uno debe ponerle el nombre que desee, ver el lugar por donde transita reflejado en la misma. Para mí, esa ciudad es aquella por donde deambulamos, muchas veces, sin saber que nos rodea, un transitar por cualquier calle o plaza donde las personas son visiones borrosas y en la que en muchas ocasiones han pasado o pasan cosas que nos deberían hacer temblar o enfadar. Es un sentimiento sin patria.

La propia palabra «refugio» suena a soledad, aislamiento, pero parece que, al final, algo o alguien aparece en dicho refugio…

El «refugio» tiene mucho que ver con la idea de soledad y aislamiento, pero eso no es sinónimo de que nadie pueda traspasar la puerta y la barrera del «azul», que para mí significa espiritualidad, pureza y la necesidad de dar. En ese refugio, sí es verdad que aparece alguien, pero sólo cuando la protagonista de mi poemario deja de verse en el espejo y ve su alma, cuando rompe con sus propios fantasmas, con el sentimiento de sentirse ajena y puede abrir la puerta.

Hay retazos de poesía social en esta obra (Charleston, Guernica…) pero sé de buena tinta que no quieres abusar de esa temática, que no te gustaría ser conocida o reconocida como «poeta social». ¿Quién es la poeta Anabel Úbeda? ¿Cómo es su poesía?

Anabel Úbeda es otra «poeta», si queremos decirlo así, que no se rige por un guion fijo a la hora de escribir sino que observa y siente. En ocasiones, mira atrás, al pasado y a la historia y rescata viejas situaciones para explicar nuevos momentos de la historia que parecen volver, como en muchos de mis últimos poemas y, en otras ocasiones, solo trata de hablar del amor, de las pequeñas cosas y la necesidad de mostrarnos. Parece que en este libro prepondera esta última idea, pero realmente ambas líneas se equilibran en lo que llevo escrito de manera general.

Respecto al enunciado previo a la pregunta, no quiero que se me reconozca como «poeta social» porque no es lo único que escribo y, muchas veces, me enorgullezco más de lo «experiencial» que de esta. Aunque sí es cierto que con ella llegó mucho más al público, siento como se emocionan como en la protesta por los recortes de la Biblioteca Regional o en el micro libre de La Guarida, ya que esta, en general, es más clara y directa o resulta más cercana a las personas, aunque siempre intento que mis poemas sean historias y sus conclusiones aclaren el contenido.