Secretos inconfesables, el terror psicológico ante  una muerte anunciada, un anciano solo ante el peligro, un espeluznante amigo imaginario, ocho asesinatos sin aparente conexión, «el violador de la capucha», el cumpleaños más amargo con el que unos padres pueden soñar, una mujer viuda que intenta pasar página, una chica agredida en una discoteca y un inverosímil suceso en un barrio de extrarradio. Estos son los diez primeros relatos —relatos, se lo garantizamos, de lo insólito— de esta obra con la que retomamos, un año después de ‘Si sale cara’, nuestra serie de relatos.

Para Danny la muerte es otra forma de arte y, como tal, no sólo atañe a perturbados y asesinos, sino que puede nacer del mal sueño de un genio de la música como Rachmaninnov, o el mal día de un cineasta como John Huston; incluso un médico o un científico que, hartos de prestar sus servicios a la conservación de la vida, se levantaran con el pie izquierdo, podrían dar rienda suelta a su artista interior con estremecedoras consecuencias. Si se ven cosas en museos y galerías, imaginen qué no ocurrirá en tanatorios y salas de autopsias.

A Danny hace tiempo que se le quedó pequeña nuestra dimensión (puede que de ahí su inquietud) y anda siempre buscando portales por los que trascender hasta otro tipo de hechos nada cotidianos. Puertas que nos llevan a otros tiempos, o a otros lugares sobre la misma baldosa. Caminos por los que circulan voces, seres y objetos que atraviesan el tiempo y de cuyos actos apenas quedará más registro que un rostro desencajado atrapado para siempre en una camisa de fuerza.

Danny penetra en nuestro cerebro hasta más allá de la razón y el inconsciente, buscando el origen, la raíz de los miedos y las frustraciones, pero también de los fetiches y las pasiones. Y juega con ellos y les da la vuelta y los monta y los desmonta hasta que los días dejan de ser una aburrida sucesión de horas vacías.

No falta el humor, negro e irreverente casi en su totalidad, en forma de hilarantes conversaciones pors-coitales o increíbles giros finales en la resolución de crímenes. Y tampoco la mirada social que remueve (o debería) las conciencias: las dietas milagro, el egoísmo de la sociedad de consumo, el capitalismo salvaje, la hipocresía, la religión…

En medio de esta vorágine Danny tiene tiempo también para mirarse al espejo y sacar a pasear sus duendes y demonios, proteger a buen recaudo su imaginación y evocar, a la manera de la mejor banda sonora que podría tener el libro, las canciones que desde siempre le han acompañado y marcado.

Si desean cruzar la línea y vivir lo insólito desde dentro este es, sin duda, su libro.