Todos los muertos del mundo quieren gritar a nuestro paso, y nadie sabe si no tienen voz o es que no podemos oírlos, hasta que pisamos cristales rotos y el cuerpo se detiene. La sangre sigue el camino, pero somos ya otro cadáver en el bosque y nunca un cielo fue tan estrellado.

El alcohol y la muerte son viejos amigos; y el alcohol y la soledad; y la muerte y la soledad. Fue el poeta quien los presentó bajo un cielo gris que amenazaba tormenta desde el filo del cuchillo.

mamá, me gustan las flores muertas.

me gustan las flores muertas por su ruido,

gritan como si estuvieran vivas.

¿has oído a una flor gritar, mamá?

Le llamaron «poeta de éxito» porque nunca le vieron vomitar ni limpiar con las manos el barro de sus suelas mientras buscaba la tumba con su nombre.

porque hay que romperse

y caer.

y morir.

y luchar.

Comer el cuerpo de un Cristo corrupto y bailar desnudo junto a los muertos puede ser la solución; danzar y desparramar las tripas por el suelo; danzar sobre la tierra de fuego que esconde la ceniza.

danzad, danzad, borrachos eufóricos,

déspotas melancólicos,

ególatras confiados.

danzad, danzad, malditos hijos de caín.

y sangrad.

y morid.

La cotidianidad como algo previsible y aburrido, como una salvación que nos permite vivir en el fango, pensar en morir mientras hacemos la comida.

es irónico,

pero las torres ya han caído en el reino

y ahora que llega el fuego

¿qué haremos con él?

En un mundo curvo sustentado en un universo de ejes curvos, todo será circular y propenso a repetirse, lo que anulará cualquier propósito de redención. ¿Qué sentido puede tener, entonces, arrancar las malas hierbas? Incluso las serpientes prefieren no cambiar la piel.

Así pues cantemos a las ratas, a la carne putrefacta, a las lombrices y a los buitres mientras, ajeno a nada, el poeta camina junto a toda esa gente.

en un mundo de mártires,

yo sería el único

que se desangraría

por placer.