1.-¿Cómo llega un musicólogo a la poesía y cómo combina ambas disciplinas (si lo hace)?

La verdad es que la poesía y la música me han acompañado siempre. Particularmente, la musicología me ha enseñado muchísimo de la palabra sonora, del ritmo individual de cada silaba. Más que enseñármelo, me ha hecho darme cuenta: hay algo muy profundo que tiene que ver con la relación entre el significado de la música y la palabra. El canto para mí es pura mística, algo que siempre he observado desde una perspectiva casi mágica. Poesía y música es para mí una misma cosa.

2.-Nos consta que ha habido dos personas (libreras ambas en Alicante, guiño-guiño) determinantes para la existencia de este libro. Háblanos un poco de ese camino tan bien acompañado (sí, no es ningún secreto que en esta casa las queremos mucho).

La verdad es que Sara y Carmen no solo me han acompañado en cada trozo del camino que me ha llevado a publicar Nuevas especies de óxido, sino que prácticamente son ellas las culpables. La verdad es que una historia larguísima que comienza con Sara enseñándome a leer y a recitar a Miguel Hernández cuando yo tenía 14 años. A Carmen la conocí varios años más tarde, en un concierto de músicas medievales y renacentistas que dimos con la gente de mi carrera. En el camino de vuelta nos hicimos amigos y una compañera nos pidió que dejásemos de hablar de poesía y hablásemos de algo que todos pudiesen participar. Carmen le dijo que no. Esa noche llegué a mi casa y escribí La raza, el segundo poema del poemario.

Luego la vida siguió su curso, yo bebí mucho vino y seguí escribiendo y un día me encontré a Sara y a Carmen trabajando juntas y amándose locamente. Sara y Carmen eran de las pocas personas que sabían que yo escribía y me pidieron si quería dar un recital. Accedí. Ley varios poemas de Nuevas especies de óxido y a la gente le gustó. Eso me dio el impulso de querer publicarlo, pero me seguía generando conflictos ofrecer mi poemario por ahí. De nuevo, gracias a Sara y Carmen que me habían presentado a Óscar, autor de Carta astral de este mismo sello, te conocí a ti, y el final es el libro que se acaba de publicar.

Hay más partes de la historia. Algunas muy divertidas que incluyen cantueso y relajantes musculares, pero eso sería ya pasarse. Yo también les devolví el amor que me habían dado permitiendo que se casasen. Es broma, pero sí fui testigo de su boda. Eso mola.

3.-Durante años, y se refleja en el poemario, soñaste una vida mejor al abandonar tu ciudad natal. ¿Qué ocurrió, qué realidad encontraste, cuando lo hiciste?

Honestamente, nunca fue un intento de abandonar la ciudad para buscar una vida mejor. Fue simplemente que le pedía más a mi ciudad para la vida que requería. Imagino que, como muchos de nosotros, uno primero idealiza y luego va viviendo y se da cuenta de que las cosas son algo diferentes. Yo necesitaba irme de Alicante, necesitaba una ciudad que vibrase algo más. Y sí, la verdad es que Madrid vibra más, pero cuando estás todo el día trabajando y escribiendo la tesis cuando sales a la calle quieres que te dejen en paz. A día de hoy, busco en Madrid parte de la tranquilidad y el modo de vida que tenía en Alicante, pero creo que no se puede tener todo en esta vida.  

Cuando se dio la huida (ya hace cuatro años que se hizo efectiva), no tuve esta sensación. Estaba, como digo, vibrando en sintonía con la ciudad nueva. Lo sigo haciendo. Aun así, aquí me quedo. Mi madre diría que me quejo por vicio.

4.-Me pregunto si el poemario es resultado de la huida, o se fueron cimentando y desarrollando juntos.

Lo segundo completamente. La huida se escribe mientras voy huyendo. Y cuando me voy, todos los poemas ya están escritos. Es un poemario muy orgánico. Cuando escribo al final del segundo acto «huir mientras escribes/o escribir la huida» es porque lo estoy haciendo. Todos los poemas se escribieron en la etapa correspondiente: los de La Herrumbre son de hace 7-5 años, Periscopios son de hace 4 y los de la Huida son todos del verano justo antes de irme. Podría decir que el poemario nació con un sentido propio. Eso me pareció curiosísimo desde el principio. Es como si antes de escribir los poemas ya estuviese pensando en el resultado final.

5.- ¿Qué te atrae del óxido? Ya no es sólo el título, sino que los poemas destilan óxido y herrumbre por los cuatro costados.

No sé si voy a poder responder como me gustaría a esta pregunta. Pero lo voy a intentar. En mi pequeño universo particular, la herrumbre tiene esencia propia. Lo decadente, lo que se está oxidando, muriendo, pero no se muere, para mi, tiene una fuerza muy reconocible. Veo la decadencia como una potencia de la creación, como un intento palpable por no desaparecer. Aquello condenado a morir pero que no muere, su esencia cambia para poder alargar la vida un poco más. Creo que hay algo muy puro en ese momento.

Todo tiene un periodo de decadencia y, lo más fascinante, es que en algunos casos ese momento tiene una belleza que me acongoja. La intensidad del hierro y el cobre oxidado (que recuerda mucho al mar) no es comparable a su estado previo, el que se supone puro o pleno. Pasa también con muchísimas personas. Hay algo oscuro pero brillante en la Decadencia. Desde pequeño me gusta observarlo. Me siento atraído por esa extraña forma de supervivencia. Como una polilla.

6.-No sé si tendrá que ver con tu tesis, pero se aprecia cierta (bastante) intención teatral en el poemario, con intermedio y todo. ¿Esto estaba planeado o surgió sobre la marcha?

Lo mío es puro teatro, como diría La Lupe. Pero la verdad es que no estaba nada planeado. Cuando revisé los poemas me di cuenta de que había una intención teatral constante, por tanto, me pareció bastante obvio que las partes del poemario fuesen actos. A fin de cuentas, las referencias y las didascalias ya estaban ahí.

En la presentación hablamos Carmen y yo de esto y llegamos a una conclusión que me pareció preciosa. Como dices, mi tesis es sobre teatro, particularmente sobre teatro musical. Investigo las piezas musicales que acompañaban la representación popular en el Madrid del Siglo de las Luces. Carmen me preguntó que parte de mi poemario era música, que era teatro y que era teatro musical. Al final, le dije, me parece que todo es música. Aunque suene extraño decirlo, creo que no entiendo la palabra escrita como tal. De alguna forma creo que me acerco a la palabra en su sentido performativo. En su sentido vivo, con tono, duración y, por qué no, armonía. La palabra para mi, y todo lo relativo a la literatura, es pura resonancia, casi pura música. Supongo que la cabra tira al monte.

7.-¿Puedes hacer una breve comparativa de los ambientes literarios de una gran ciudad y tu ciudad natal? Las ventajas que pueda tener la gran urbe y lo que echas de menos de lo que dejaste atrás.

Pues Alicante para mi era el ideal. No conozco demasiados ambientes literarios, pero recuerdo una conversación durante una firma de libros de Ben Clark en la que todos los asistentes estábamos de acuerdo en una cosa: las ciudades pequeñas tienen un mejor ambiente literario que las grandes. En Alicante es muy fácil ser escuchado, hay más hueco para la gente nobel. En Madrid, como es normal, hay mucho más espacio, pero hay que compartirlo con gente de todo el mundo que ya está consagrada.

No es una cuestión de que Madrid sea despiadada. Pero en Alicante no fue difícil conocer a un grupo de gente que te enseñaba, te animaba a escribir y además se convertían en tus amigos. En Madrid seguro que también existen estos círculos, pero en mi experiencia no he encontrado ninguno, también es verdad que no lo he buscado activamente, pero tampoco lo busqué en Alicante. En Madrid tienes de todo, por supuesto. Obras de teatro, recitales, micros abiertos, perfomances en Conde Duque, pero todo resulta al final más impersonal. A la hora de escribir y, sobretodo, de tener el valor o la fuerza para exponer tus poemas, Madrid es más difícil.

Quizá en esta respuesta haya mucho de nostalgia del paraíso perdido, no lo sé.

8.-Sueles leer en las presentaciones el poema «La huida: pruebas del VIH», y antes hablas de la estigmatización que sufre el colectivo con ejemplos como la dificultad, cuando no directamente la prohibición, en pleno siglo XXI de adoptar hijos e incluso donar sangre. ¿Qué dirías a los que preguntan por la necesidad del día del orgullo, «si ya lo tenéis todo hecho»?

Les diría que si quieren bolsa o alguna gilipollez similar a la que me acaban de decir. Les diría también que el pasado 11 de noviembre un niño de 11 años fue hospitalizado tras recibir una paliza por ser gay en Cartagena. También que, el día 20 del mismo mes, unos individuos asaltaron y golpearon a una chica trans en Barna en la puerta de su casa. Seguiría con que hay setenta y dos países en el mundo donde es un delito ser homosexual y, en doce de ellos, el castigo es la muerte. Continuaría recomendando No estamos tan bien, de Rubén Serrano, donde podrán leer y, con un poco de suerte, comprender una larga lista de este tipo de sucesos.

Y acabaría con que la lucha por los derechos del colectivo LGTBIQ+ no acaba nunca. Hay países que van para atrás y no precisamente lejos de nosotros. En las anteriores elecciones el líder del partido de extrema derecha español apareció en prime time en El Hormiguero diciendo que según su parecer de mierda prefería que los niños en adopción fuesen adoptados por una pareja hetero. Y el presentador no le dijo “váyase usted a su casa”, sino que siguió hablando con él mientras traslucía la idea de que se puede ser homófobo. Pero no. No se puede. Eso no es una opinión. Ese tiempo ya ha pasado. Nos encargaremos, todos juntos, de que sea así.

Eso le diría. Eso quiere decir, también, el final del poema.

9.- ¿Y ahora qué? En la presentación en Alicante se dijo algo de otro poemario ya terminado, o al menos ya en el horno.

Pues la verdad es que quiero seguir publicando. Digamos que, aunque me costó mucho atreverme a mostrar todos los poemas de Nuevas especies de óxido ahora tengo ganas de continuar. Tengo un poemario terminado, sí. Pero de momento no puedo decir mucho más. Solo diré que no tengo ni idea de cómo ni cuando publicarlo. Y que, como se escucha en la ópera de Monteverdi,

toda huida conlleva

un esperado retorno.