REFUGIO
Acepto la rutina de los días iguales:
madrugar, el gimnasio,
un café sin la prisa de los horarios fijos,
la lectura tranquila del diario
mientras la gente apura el desayuno,
hacer la compra, preparar la comida,
escribir un poema o no escribir ninguno.
Por la tarde, trabajar unas horas
y después ir al cine
o buscar el misterio de la vida en los libros.
O pasear por el puerto
contemplando los barcos del ocaso
hasta que al fin la noche
cancele la memoria
y retorne cansado al único refugio
que merece la pena;
un refugio de tinta y de palabras
que llamamos poesía.
LA TRISTEZA DEL BARRO
Me llamo barro aunque Miguel me llame
M. Hernández
Barro somos y al barro volveremos.
Barro amasado a golpes por la vida
a imagen de algún Dios indescifrable
que nos dotó de alma en un suspiro.
Somos barro amasado con el agua
del tiempo que desgasta.
Somos barro,
esa frágil materia deleznable
con la que se levantan tantos sueños.
Tantos sueños tan vanamente humanos
como la condición perecedera
de la propia materia de los sueños.
Somos seres de barro que persiguen
una inmortalidad que no merecen.
Nuestro sueño es el sueño de la vida.
Nuestra vida, una terca utopía
condenada al fracaso de la lluvia
del tiempo que doblega pensamientos
y formas, hasta lograr la esclavitud
de una certeza tristemente humana:
somos barro y al barro volveremos.
EL CORAZÓN DEL NÓMADA
Guardo en mi corazón
aromas de ciudades clandestinas,
de todas las ciudades
donde he vivido parte de mi muerte.
Porque vivir es ir muriendo un poco
en ciudades distintas
y en diferentes cuerpos,
en ciudades de paso y en cuerpos de una noche.
De sus calles y plazas,
pero también de secretos rincones,
únicamente míos,
mi memoria conserva
el frágil privilegio de un aroma concreto.
Un aroma de sombras y humedades
que alimenta el recuerdo
de todas las ciudades clandestinas
donde morir un poco cada día.
Es parte del destino inexorable
del hombre insatisfecho
el vivir exilios permanentes
y recordar el tiempo y las ciudades
a través de la falsa nostalgia de su aroma.
ALGUNOS VERSOS
Algunos versos no surten efecto
hasta que con los años
dejan un sedimento en el recuerdo
y, como los arrepentimientos en pintura,
afloran sobre la superficie del ahora,
eco lejano y leve,
de un estremecimiento más profundo
que tan solo a destiempo logra consolarnos
y a veces conmovernos.
LOS POBRES
Unos roban un banco a punta de pistola
en hora punta
y les pegan dos tiros.
Otros beben, se drogan,
trabajan veinte horas al día cada día,
incluyendo los fines de semana,
fornican, tienen hijos,
infinidad de hijos,
posiblemente piensan
que cada hijo viene con un pan bajo el brazo
que los pueda salvar de la miseria.
No pierden la esperanza.
A lo sumo, suelen perder el tiempo,
el pelo y los recuerdos.
Los más desesperados
se dedican a deportes de riesgo
—a cruzar el estrecho, por ejemplo—.
Algunos se resignan a su suerte,
que siempre es mala suerte,
y mueren, ya de viejos,
de alguna enfermedad propia de gente pobre
porque hay enfermedades propias de gente pobre.
Yo escribo este poema
para matar el hambre y la mala conciencia,
por ver si me lo premian
y pudiera salir de la pobreza
durante al menos un par de semanas.
ADÁN EN LA NEVERA
Pero donde vivo mejor es en la espera.
Sabiendo que hay cerveza en el frigorífico.
Ana Pérez Cañamares
Nada en la nevera,
mi corazón nada en la nevera
como en una piscina.
Un largo y otro largo.
Estilo libre, braza, mariposa,
aunque nada mejor siempre de espalda.
Mi alma es la cigarra de esta historia.
Chapotea en los charcos
mientras mi corazón,
largo tras largo, nada en la nevera.
Un duro entrenamiento,
aunque sea de espalda,
por si hubiera que cruzar a nado
el estrecho de Bering
o cualquier otro estrecho
cuando hordas de hambrientos
y de desesperados
—que no tienen nada de nada en la nevera
y que por no tener, tampoco tienen
nevera que cargar a sus espaldas—,
decidan asaltar el paraíso,
las precarias fronteras de esta Europa
despreocupada y satisfecha de sí misma
donde mi alma ociosa chapotea
en los charcos tranquilos de la dicha
mientras mi corazón, largo tras largo,
nada en la nevera
en previsión de un tiempo de naufragios.
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